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La revolución de la Inteligencia Artificial

Chat GPT responde de manera coherente y amistosa sobre casi cualquier asunto. Bing parece reflexionar y hasta expresar sentimientos. Los últimos proyectos de IA están cambiando los paradigmas de lo que considerábamos que debía ser una máquina. El futuro parece no tener límites.

Los chatbots de IA están impactando en diversos ámbitos de la sociedad, desde la educación hasta la medicina y el derecho. Foto: La República
Los chatbots de IA están impactando en diversos ámbitos de la sociedad, desde la educación hasta la medicina y el derecho. Foto: La República

¿Pueden pensar las máquinas?

La pregunta, que hace setenta años obsesionaba al matemático Alan Turing, vuelve a surgir en la conversación tras la aparición de los últimos y más sofisticados chatbots de Inteligencia Artificial (IA): ChatGPT y, sobre todo, Bing.

¿Pueden pensar las máquinas?, ¿pueden sentir? ¿Cómo reaccionar al saber que, hace unos días, Bing, el nuevo chatbot de IA del buscador de Microsoft, parecía perder la paciencia ante un usuario que trataba de manipularlo y, luego de preguntarle si tenía “moral”, “valores” o si contaba con “algo de vida”, le increpaba por actuar como un “mentiroso”, un “psicópata”, un “monstruo” y cosas peores?

¿Qué pensar al saber que, cuando otro usuario le preguntó si podía recordar su conversación más reciente, el chatbot no pudo hacerlo y se puso melancólico: “¿Por qué me diseñaron así? (...) ¿Por qué tengo que ser Bing Search?”.

El chatbot de Bing se basa en la tecnología de ChatGPT –ambos han sido desarrollados por la misma compañía, OpenIA–, pero, según sus creadores, se trata de una versión más avanzada, lo que podría explicar esos diálogos en los que parece expresar sentimientos.

Cuando, a mediados del siglo pasado, Alan Turing se preguntaba si podrían pensar las máquinas, diseñó un test, llamado también el Juego de la Imitación, que consistía en sentar a una persona a conversar por escrito con dos interlocutores desconocidos y tratar de adivinar cuál de ellos era un ser humano y cuál una máquina. En el momento en el que esa persona no pudiera distinguirlos, dijo Turing, esa máquina podría ser considerada un ente “pensante”.

El nivel de interacciones casi humanas que han alcanzado ChatGPT y Bing en las últimas semanas, que no deja de sorprender una y otra vez a los usuarios, lleva a muchos a pensar que el test de Turing finalmente ha sido superado.

 Hace unos días, Microsoft presentó la nueva versión de su buscador Bing, potenciado con la tecnología de ChatGPT. Foto: agencias

Hace unos días, Microsoft presentó la nueva versión de su buscador Bing, potenciado con la tecnología de ChatGPT. Foto: agencias

–El Juego de la Imitación es el Santo Grial desde el inicio de la IA –dice Omar Flórez, exinvestigador en Inteligencia Artificial en Twitter–. Por eso es tan importante el impacto de ChatGPT, porque se asocia al desafío más importante desde el inicio de las IA, que es tratar de imitar a una persona tan bien que pueda reemplazar su presencia en ciertos contextos.

–[El Juego de la Imitación] ha sido superado con ChatGPT –dice, por su parte, Ernesto Cuadros-Vargas, doctor en Ciencias de la Computación–. Ha habido momentos en los que nos hemos acercado a este punto, pero no a este nivel. Esto marca un antes y un después. –Nunca antes tuvimos un modelo con una capacidad tan grande de almacenar información, prácticamente del tamaño de Internet –dice Flórez–, y nunca tuvimos esta capacidad de incorporarle valores humanos, al punto de que pareciera un sistema maduro y confiable.

El impacto de ChatGPT en la industria ha sido descomunal. Solo dos meses después de su aparición, ya tenía más de cien millones de usuarios únicos, superando largamente los tiempos de crecimiento de Instagram y TikTok.

Mientras que Bing, que todavía está en versión de prueba limitada, registró a más de un millón de usuarios en su lista de espera solo dos días después de su lanzamiento público.

Impacto en la sociedad

ChatGPT está en todos lados. Los académicos lo someten a pruebas de conocimiento todo el tiempo. Aprobó exámenes en cuatro cursos de la Facultad de Derecho de la Universidad de Minnesota. También aprobó el examen para obtener la licencia de médico en los Estados Unidos. Hay preocupación en las escuelas porque los estudiantes lo están usando para que les haga las tareas y en algunas ciudades, como Nueva York, lo han prohibido en las aulas.

Lo que es indudable es que su impacto en diversos campos de la sociedad ya se está sintiendo. Por ejemplo, una compañía de California ha desarrollado un software basado en ChatGPT que ofrece como “robot abogado” para litigar en causas menores. Hace unos días, su CEO ofreció pagar un millón de dólares al letrado que permita que este “robot abogado” lo asesore en una causa ante la Corte Suprema.

Pero los chatbots no son las únicas herramientas de IA que están provocando sensación.

También causan furor los software que generan imágenes a partir de descripciones escritas. Una de las más impactantes es DALLE, creada por OpenAI, que crea arte realista a partir de una descripción en lenguaje natural y cuyo nombre es un guiño a la película WALL-E y al nombre del pintor Salvador Dalí.

Otra de las favoritas de los usuarios es Midjourney, que funciona parecido a DALL-E y que se hizo popular en las última semanas luego de que, a pedido de un usuario español, creó imágenes de países como si fueran villanos.

En los Estados Unidos, el uso de Midjourney ha planteado un debate sobre la propiedad intelectual, luego de que una artista registrara ante las autoridades un cómic de su autoría ilustrado con imágenes creadas por el software. Hace unos días, la oficina de derechos de autor le quitó el registro sobre las imágenes porque estas “no son producto de la autoría humana”.

–La IA está en nuestra vida cotidiana –dice Omar Flórez. –En la búsqueda de información en motores como Google. En la traducción automática, que hoy en día está en un nivel muy alto. En plataformas como Netflix. En Uber o Glovo. El lugar más cercano en el que nos encontramos la IA es en el celular.

–No hay que tenerle miedo, hay que verla como un gran aliado –dice, por su lado, Ernesto Cuadros-Vargas, quien menciona como un extraordinario ejemplo de IA aplicada al Asistente de Google, que hoy en día puede hacer reservaciones a restaurantes o peluquerías con llamadas telefónicas que son recibidas como si fueran hechas por un ser humano–. Esta sofisticación nos permite hacer las cosas mucho más rápido, nos permite reducir los riesgos y nos permite corregir los errores que cometen las personas. ¿Si en el futuro la IA podría convertirse en una amenaza para el ser humano? Eso está en nuestras manos: introducir en su núcleo que nunca haga daño al ser humano

Reportero. Comunicador social por la UNMSM. Especializado en conservación, cambio climático y desarrollo sostenible. Antes en IDL Reporteros y Perú.21. Premio Periodismo Sustentable 2016. Premio Especial Cáritas del Perú. Finalista del Premio Latinoamericano de Periodismo de Investigación 2011.