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Fanny Cornejo: heroína ambientalista

La joven primatóloga, que acaba de ganar el Indianapolis Prize, considerado el ‘Nobel’ de la conservación animal, nos deja un mensaje: Proteger al mono choro cola amarilla implica defender los bosques de los Andes tropicales y nuestras reservas de agua. Desde hace 16 años trabaja con tenacidad para evitar la extinción de este singular primate.

Fanny Cornejo, ganadora del Indianapolis Prize, recibirá 50.000 dólares para impulsar  los proyectos de su asociación civil Yunkawasi. Foto: Gerardo MarínLa República
Fanny Cornejo, ganadora del Indianapolis Prize. El premio servirá para impulsar los proyectos de su asociación civ

El pálpito que le indicó a Fanny Cornejo que su camino sería la primatología —la ciencia que estudia a los primates— se dio cuando era estudiante del primer año de Biología en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y hacía voluntariado en el Parque de las Leyendas. Allí conoció a Fica, una monita aulladora de dos semanas de nacida, que había sido rescatada de los traficantes de fauna silvestre en la selva peruana. Como otros trabajadores del parque, Fanny tuvo que llevársela a casa y cuidarla cual nana, la alimentaba con un biberón, le cambiaba el pañal. Fue una experiencia extraordinaria que definió su futuro a los 17 años.

“Ese animalito había sido arrancado de la naturaleza y podía morirse. Para ser cazado tuvieron que haber matado a su mamá. Fue
esa mezcla de indignación y curiosidad por saber cómo vivía esa aulladora de pelaje rojo brillante lo que me acercó a los primates”, dice la bióloga (39), quien luce una manicura muy particular: la cara de un mono aparece risueña en la uña de su pulgar izquierdo, su cola en el anular. Es la reproducción del mono choro de cola amarilla, el primate por el que Fanny se ha convertido en orgullo nacional.

La joven primatóloga acaba de ganar el Indianapolis Prize en la categoría de conservacionista emergente —otorgado a investigadores menores de 40 años— por su trabajo dedicado a la preservación e investigación del mono choro de cola amarilla, una especie que habita en nuestros Andes tropicales, que se encuentra en peligro de extinción debido a la destrucción de más del 80% de su hábitat, y que debería ser un ícono para el país.

“El mono choro debería ser para el Perú lo que el oso panda es para China”, afirma Fanny. Y es que este primate de 12 kilos, caracterizado por el llamativo pelaje amarillo de su cola, solo vive en nuestros bosques (se le ha visto en Amazonas, San Martín, Huánuco, Junín, Loreto y La Libertad), no se le encuentra en ningún otro lugar del planeta.

 La primatóloga junto a un grupo de exploración en los Andes tropicales, la casa del mono choro de cola amarilla. Foto: La República

La primatóloga junto a un grupo de exploración en los Andes tropicales, la casa del mono choro de cola amarilla. Foto: La República

La ‘pupila power’

Cuando Fanny era estudiante, el mono choro era un misterio para ella. El primatólogo Rolando Aquino, quien fue su mentor, le habló de estos ejemplares que vivían en los árboles de los bosques de Amazonas, entre cañones, lluvias torrenciales y nubes al ras del suelo.
“Era un ambiente lejano, pero quería llegar allá algún día”, dice Fanny, que aspiraba a ser como Jane Goodall, la exploradora pionera de los chimpancés en África.

En 2006, a Fanny le encomendaron una misión que la acercaría al enigmático primate. Acababa de terminar la universidad, tenía claro que la primatología era lo suyo y había pasado una temporada en el Instituto Veterinario de Investigaciones Tropicales y de Altura de Iquitos aprendiendo más sobre los monos que eran exportados para experimentos biomédicos en el extranjero.

Fanny era la pupila con más porvenir del profesor Aquino, quien no dudó en recomendarla cuando el primatólogo neoyorquino Russ
Mittermeier pidió que alguien se internara en el bosque para saber qué había sido del mono choro de cola amarilla.

 El enigmático mono choro cola amarilla está en peligro de extinción debido a la destrucción del 80% de su hábitat. Foto: La Repúbluca

El enigmático mono choro cola amarilla está en peligro de extinción debido a la destrucción del 80% de su hábitat. Foto: La Repúbluca

La comunidad internacional de primatólogos no sabía nada de este ejemplar desde hacía décadas. En 1974, Mittermeier lo había
redescubierto —fue Alexander Von Humboldt quien dio cuenta de él en 1812— y, en los años 80, se hicieron grandes esfuerzos por su conservación con la creación de áreas protegidas. Sin embargo, el conflicto armado silenció el tema por un largo tiempo y, cuando le dijeron a Fanny que tenía buscarlo, el primate se encontraba en la lista negra de las 25 especies más amenazadas del mundo.

Armada con una carpa, una cocina a gas y los implementos básicos de supervivencia, la veinteañera Fanny se internó sola por cinco meses en el Abra Patricia, en los bosques de Amazonas, un territorio ubicado a más de 2.500 metros de altitud, de bajas temperaturas
y mucha humedad. Para su fortuna no tardó mucho en encontrar al dichoso monito viviendo entre los árboles, y se dedicó a estudiarlo día y noche: “Debía saber qué comen, a qué hora se levantan y duermen, qué hacen durante el día, cuánto territorio ocupan. Esto nos permitió conocer cuántas hectáreas necesita un mono choro para sobrevivir”, precisa Fanny.

La bióloga, que está realizando estudios de doctorado en Antropología, enfatiza que preservar una especie como el mono choro no
significa solo protegerlo a él, sino a los bosques y, en tiempos de cambio climático, al futuro de la humanidad: “La casa del mono choro son los Andes tropicales, ellos viven en sus bosques y estos bosques son importantes porque generan el agua para nuestra selva, de los Andes bajan los alimentos que hacen que el río Amazonas sea tan rico”, explica.

 La manicura de Fanny, una muestra de su amor por los primates. Foto: La República

La manicura de Fanny, una muestra de su amor por los primates. Foto: La República

El gran peso de mantener a los bosques saludables recae en estos especiales primates, añade: “Son como los jardineros del bosque
que tienen la función de esparcir las semillas de los frutos que consumen. Si desaparece el mono choro, desaparecen los bosques, perdemos agua y ponemos en peligro no solo a la Amazonía, sino a la vida”. Consciente del impacto negativo que generaría la desaparición de este primate es que, en 2007, Fanny y su madre, la ingeniera geóloga Fanny Fernández, forman Yunkawasi, bajo el lema: “Conservación para la gente”.

Los últimos 16 años, la joven primatóloga y una treintena de profesionales trabajan con comunidades nativas y campesinas de Amazonas y Junín en proyectos de conservación de los bosques, evitando la agricultura de “roza y quema”, que tumba árboles y degrada la geografía.

Los capacitan, por ejemplo, en agroforestería, que permite que cultivos y árboles (la casa del mono choro) convivan en armonía. “Conservar una especie no es solo crear un área protegida o decir que está en extinción, es tener una estrategia que busque la protección del medioambiente, pero también el desarrollo económico y el bienestar social de las comunidades que la habitan”. Por su labor en Yunkawasi es que Fanny ha sido premiada y es considerada una heroína de la historia en curso, porque de gente como ella depende el bienestar del planeta.

Periodista en el suplemento Domingo de La República. Licenciada en comunicación social por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y magíster por la Universidad de Valladolid, España. Ganadora del Premio Periodismo que llega sin violencia 2019 y el Premio Nacional de Periodismo Cardenal Juan Landázuri Ricketts 2017. Escribe crónicas, perfiles y reportajes sobre violencia de género, feminismo, salud mental y tribus urbanas.