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Urpi Gibbons: “La gente no solo se manifiesta en las plazas, habla con la cultura”

La doctora es una obra que vuelve sobre una vieja discusión: confiar más en la religión o en la ciencia. Pero además aborda otros temas como la discriminación, la salud mental y la “demonización” del otro. Urpi Gibbons, su directora, habla del proceso de construcción de esta puesta en escena, que se estrena en La Plaza.

Directora. Urpi Gibbons fue invitada a dirigir por la fundadora de La Plaza, Chela de Ferrari. Foto: John Reyes/La República
Directora. Urpi Gibbons fue invitada a dirigir por la fundadora de La Plaza, Chela de Ferrari. Foto: John Reyes/La República

Antes de la pandemia, Urpi Gibbons subía al escenario como protagonista de Yerma (2019) con un cartel que decía: “A mí no me callas”. Si ahora buscase un cartel urgente para La doctora, la obra que dirige en La Plaza, sería uno que invite al diálogo. “Es lo que más me ha movido, y también el tema de la identidad, que pasa por todo lo que nos colocamos encima, porque la sociedad es un desastre y tenemos que poder ser”, afirma.

En escena, la doctora Ruth Wolff (Diana Quijano) es una eminencia que dirige un instituto de investigación sobre el Alzheimer y una bruja para otros. Un día atiende de emergencia a una adolescente con septicemia, producto de un aborto, y le niega el ingreso a un sacerdote enviado por su familia. En tiempos de redes sociales, la discusión se viraliza. “Estamos muy acostumbrados a prejuzgar. Es como estos programas que anuncian: “¡Que pase el desgraciado!”.

Urpi creció en un matriarcado y tiene tres tías monjas. “Dos de ellas muy rebeldes”, comenta. Y, a pesar de que lleva más de dos décadas como actriz y forma actores, dirigir la historia que reescribió el inglés Robert Icke la aterraba. No solo porque lleva el cintillo de “obra de la década”, sino porque hablaba de la identidad y proponía a los actores a interpretar personajes de un género diferente. “Si ves a un actor blanco, puede que esté interpretando a un afrodescendiente. O una mujer a un hombre. Es parte del discurso de ponerte en el lugar del otro”.

Antes de La doctora, había pasado mucho tiempo en hospitales. En el 2022 falleció su tía, la cineasta Marianne Eyde. “Tuve que hacer el proceso, tuvo cáncer y se fue en tres meses. Además del covid y el miedo, yo tuve un tema, anemia y transfusiones. Ya estoy bien”, nos dice y se sorprende con las coincidencias. “Es un momento en el que tengo muy en cuenta la fragilidad de la vida”. Quizá vuelva a salir del país para estudiar cine, “su sueño de adolescente”. Por lo pronto, es la protagonista de la película La casa de las galletas, acerca de una mujer que regresa a un lugar en busca de su pasado.

—¿Dirigir La doctora es un riesgo?

—Sí, claro. Yo leí el libreto y me dio pánico. He asistido a Alberto Ísola, a Chela de Ferrari. Chela me plantea esta obra, me dice: “Ya te toca dirigir”, la leo y obviamente me aterro, pero después digo: “No, hay que hacerlo”. Para mí sí es un salto grande, pero no es un salto raro. La propuesta del dramaturgo es un casting disonante y a mí me gustan las obras que exigen al espectador atención.

 Ensayo. Diana Quijano como la doctora Wolff junto a Yamile Caparó como Sami. Foto: difusión

Ensayo. Diana Quijano como la doctora Wolff junto a Yamile Caparó como Sami. Foto: difusión

—¿Y a ustedes?

—Han sido ensayos fuertes, hay mucha argumentación. Con Professor Bernhardi (de Arthur Schnitzler, 1912), la pieza que inspiró La doctora, el tema era muy concreto, casi todos eran hombres. El protagonista es un doctor y la discusión es dejar o no dejar entrar a la niña. O sea, el tema solo era religión versus ciencia.

—¿Has relacionado parte de la obra con lo que reflejó el coronavirus?

—¡Claro! (extiende los brazos). La pandemia reveló toda la injusticia. Me parece impresionante que alguien que ha jurado defender la vida no pueda salvar a alguien porque no tiene el seguro tal. Entiendo que los doctores no son los dueños, pero hay decisiones que son de vida o muerte. Se plantea las dos posiciones: “Si está muriendo, tengo que salvarla” y “Qué hace una moribunda si nosotros cobramos bien por lo otro”.

—Hablando de vocación, en tu carrera ‘Sarita Colonia’ fue un ‘boom’ y se pudo pensar que harías más televisión. Después fuiste a estudiar a Europa. ¿Qué buscas en un proyecto?

—Sí, hubo un par de telenovelas que no hice inmediatamente. Nunca ha sido mi opción trabajar en el espectáculo. Yo soy actriz, soy una persona de teatro, por eso dirijo, enseño y actúo. Me acuerdo que al poco tiempo me salió una beca para dramaturgia y dirección, de dos meses en España y me parecía muy importante para mí. Entonces, ¿qué es lo que busco? Que lo que yo tengo que decir, que lo que me sale de las vísceras, esté involucrado en el proyecto.

—Y hace poco hiciste la campaña social ‘De qué color son tus muertos’, que recuerda a las víctimas de las protestas de inicios de 2023. Lucho Cáceres nos decía que debido a ello probablemente no los llamen para varios proyectos. ¿Coincides con él?

—Por supuesto, lo sabemos y ya me ha pasado (sonríe). No soy ni actriz ni directora que sea totalmente concesiva. Me parecía superimportante hacerlo y ya ni siquiera es de un tinte político. Cuando murió gente en la discoteca Utopía, todos estábamos de acuerdo en que tenía que investigarse porque queríamos saber qué pasó. Estoy poniendo ese ejemplo que puede ser muy simple, porque ni siquiera estamos diciendo ‘¡Dina (Boluarte) o ningún partido!’. Solo estamos diciendo que se investigue y se castigue.

 Casting disonante. “No podía llamar a alguien para un proyecto como este sin que le interese el tema de género”, dice Gibbons. Foto: difusión

Casting disonante. “No podía llamar a alguien para un proyecto como este sin que le interese el tema de género”, dice Gibbons. Foto: difusión

—¿Hacia dónde va este proyecto? ¿Buscan llevarlo al teatro?

—Podría ser muy interesante. El día de la inauguración de la muestra había un niñito con el polo de su papá. Y yo pensaba cómo la gente no lo escucha, cómo no saben que a alguien le cayó un disparo y su hijo se quedó huérfano a los cuatro años. Entonces, sí me parece hacerlo teatro para que se escuche.

—Con La doctora se habla sobre la política y la mujer líder. ¿Pensabas que cambiaría algo al tener una mujer en el poder?

—No me ha decepcionado porque no estaba ilusionada, la verdad (sonríe). No pensé en Dina como un cambio para nada. Y creo que, por más que mi lucha sea femenina, estaría en contra de pensar de que por ser mujer iba a hacer algo bien. No está preparada y si no tienes principios claros, mujer, hombre, no importa. Me decepciona toda la clase política, no solo ella. Me da mucha pena que la corrupción nos haya invadido. A los vecinos argentinos les están quitando todo y eso es terrible, es como el inconsciente del país. La gente no solamente se manifiesta en las plazas, habla con la cultura. Censuras eso y estás callando a la gente. Ojalá no pase aquí.

Datos

Trayectoria. Docente en la PUCP. Actúo en Aquello, Casi Transilvania y Yerma y en televisión en Eva del Edén. Dirigió El alma buena de Szechuán.

La doctora va de martes a sábado a las 8 p.m. y los domingos a las 7 p.m. en el Teatro La Plaza, Miraflores.

Redactora de la edición impresa de La República. Cubre noticias sobre cine, teatro, música y televisión. Bachiller en Ciencias de la Comunicación. Licenciada en Periodismo.