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Domingo

Silvia Escalante: Reconstruir vidas

La historia de una vocación y de cómo la cirugía plástica ayuda a las pacientes que han enfrentado al cáncer de mama.

SILVIA ESCALANTE
SILVIA ESCALANTE

La doctora Silvia Escalante recuerda que una vez, mientras ordenaba su álbum familiar, se detuvo en una fotografía: llevaba un vestido rosa y, junto a ella, su madre sonreía adormecida por las secuelas de las quimioterapias. Había sido diagnosticada con cáncer de mama –un mal que en el Perú mata a una mujer cada seis horas–, pero entonces rebosaba una felicidad inquietante: su hija acababa de cumplir quince años. Luego de ver aquella postal, Silvia entendió que el destino le estaba dictando algo. Al menos así le gusta explicar lo que vino después.

“Ese momento fue importante para mí –dice ahora, detrás de sus lentes cuadrados–. Ver a mamá con peluca, delgada, demacrada, pero llena de optimismo, me llevó a los casos de cirugía reconstructiva. Ella nunca la pidió, y aunque hubiera querido, aún no había especialistas en el país. Esa foto, digamos, me dio un por qué”.

Viste mandil blanco, lleva el cabello suelto hasta los hombros y habla con pausas breves, moviendo las manos. Trabaja en el hospital Arzobispo Loayza y en la clínica Juvencia y, desde hace tres años, se ha dedicado a curar las marcas que el cáncer de mama deja en las sobrevivientes. En el país es una referente en reconstrucción de seno, aunque ella prefiere asociar su trabajo con su experiencia familiar; cada mujer combativa la remonta a su madre.

"Para muchas –dice la doctora–, el hecho de extirpar este órgano supone un trauma severo, un cuadro de depresión. Por eso va más allá de la estética: significa devolver un sentido de vida, rehacer el espíritu. Solo lo puede entender quien lo vive o ha vivido".

El abrazo de la ciencia

Cáncer y muerte tienen la misma cantidad de letras y producen el mismo pavor. Solo el año pasado, dos mil peruanas perdieron esta dura batalla. Como el mal no presenta síntomas en su etapa inicial, muchos casos se detectan en etapa avanzada, cuando ya se ha extendido a otros órganos. La mayoría de pacientes debe someterse a una extirpación quirúrgica conocida como mastectomía. Para ellas, los avances estéticos se presentan como la parte final del tratamiento.

Es un procedimiento prolijo: se emplean prótesis de silicona o solución salina, o tejido autólogo (tomado de la misma paciente, de la parte inferior del abdomen, o la parte media, o de la espalda). Puede practicarse en dos momentos: junto con la mastectomía o cuando las incisiones han cicatrizado y finalizado la terapia. En casos precisos, incluso, se pueden recrear un pezón y una aureola.

La técnica se intentó por primera vez a finales del siglo XIX, cuando aún se consideraba que la cirugía plástica alteraba el control local del cáncer.

Sin embargo, con el tiempo se comprobó que la reconstrucción no influye negativamente en la enfermedad neoplásica, sino que es trascendental para la rehabilitación física y psicológica de la paciente. Un renacer. Una reivindicación.

“Es como si la ciencia dijera: yo también te abrazo, estoy contigo. Al fin y al cabo, un médico salva vidas, y también devuelve la felicidad –dice Silvia–, en todo caso, mi papel es ayudarlas a vivir la vida nueva, la vida de ahora, la vida que el cáncer malévolo les pudo arrebatar”.

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