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Domingo

Sofía Carrillo: "El racismo no es un problema de sensibilidades extremas, es un problema estructural"

"Yo creo que muchas personas no denuncian porque da vergüenza ser víctima de este tipo de situaciones, porque te están diciendo que tu identidad es motivo de burla”, dijo la periodista.

Si bien en el Perú la discriminación racial es un delito y se castiga con hasta tres años de pena privativa de libertad, la activista enfatiza que se debe aprobar una ley contra el racismo. Foto: La República
Si bien en el Perú la discriminación racial es un delito y se castiga con hasta tres años de pena privativa de libertad, la activista enfatiza que se debe aprobar una ley contra el racismo. Foto: La República

Cuando empezó su carrera como periodista deportiva, siendo la primera mujer en narrar un partido de fútbol masculino, Sofía Carrillo fue testigo de insultos racistas, dentro y fuera de la cancha, contra jugadores afroperuanos y contra ella misma. Como activista afroperuana y junto a su comunidad, Sofía –que fue incluida, el año pasado, en la lista de las 50 peruanas más poderosas de Forbes– alza la voz para denunciar la discriminación. Tras los episodios de racismo vividos por el delantero del Real Madrid Vinicius Junior y el debate que se ha encendido en España, nos miramos el ombligo y hablamos con Carrillo sobre el racismo nuestro de cada día.

¿Cómo fue ser narradora de fútbol masculino a finales de los noventa, siendo una mujer afroperuana?

Viéndolo en retrospectiva, tuve bastante valor para hacerlo, aunque debo reconocer que tuve el apoyo de personas clave como el reconocido narrador Pepe Carrión y, claro, Micky Rospigliosi. Sin embargo, ser la primera narradora fue bastante retador, tenía que exigirme más por ser mujer, muchos creían que lo que hacía no estaba bien. Ya para ese entonces comenzaba en el activismo, me reunía los fines de semana con jóvenes afroperuanos para hablar de racismo. Yo tenía la gran necesidad de buscar cambios en la sociedad.

¿Fue ese activismo lo que te mantenía alerta frente a las situaciones racistas que podrías vivir?

Yo he tenido la alerta prendida desde la niñez porque mi familia me advirtió sobre lo que podía vivir. No tenía que irme lejos, [el racismo] era mi cotidianidad, parte de mi vida y la de mis hermanos. Con ellos formamos Lundú, una asociación que dejó huella en la lucha antirracista desde lo afroperuano. Mi hermana impulsó la asociación y yo insistí en trabajar en periodismo, y pensé que, en
algún momento, podría separar mi carrera de mi activismo, pero pronto me di cuenta de que no sería posible separar el ser mujer afro y ser periodista.

Solo un dato: cuando era periodista deportiva me llamaron “la reportera de ébano” por mi color de piel, era notorio que no iba a poder separar mi afrodescendencia de nada de lo que hiciera.

¿Cómo tomaste que te llamaran así?

Lo acepté. No te puedo decir que me hizo feliz. Nunca dije que me incomodó. Cuando empezaron a llamarme así, yo tenía 17 años. Además, ese apelativo me lo puso un hombre afroperuano, que me había dado oportunidades y quien me tenía un gran aprecio, pero debo reconocer que no me gustó. Eran finales de los noventa, era el ambiente.

Se normalizaba el racismo, incluso, más que ahora. No hablábamos del tema, no estábamos deconstruidos.

Incluso yo tomé como un logro que me dijeran “la reportera de ébano” y no “la negrita”. Años después, cuando volví al periodismo en otros ámbitos más allá del deportivo, decidí afirmarme como una periodista afroperuana. Podría decir “soy periodista y punto”, pero ¿por qué tengo yo que permitirles a los otros que me denominen como quieren? Si el mundo utiliza mi identidad étnica para humillarme y minimizarme, yo la utilizo para reafirmarme.

Hablando del racismo en las canchas de fútbol, tú has sido testigo de cómo era normal que todo un estadio hiciera sonidos de mono cuando un futbolista afroperuano tenía el balón. ¿Dirías que persisten estas conductas?

Sí, claro. El año pasado, Universitario fue sancionado porque sus hinchas lanzaron un plátano al futbolista de Melgar, Kevin Quevedo. [Luis] Tejada, un futbolista panameño, tuvo que salir del campo ante los insultos racistas en el Cusco. El racismo es parte de… A veces, no se lo quiere reconocer, o se lo minimiza. También es cierto que falta que los futbolistas afrodescendientes paren el partido y protesten de una forma más abierta. En la práctica se da, mucho menos que antes, pero se da.

¿Cómo reaccionabas ante los ataques racistas?

Tenía mucha rabia. No sabía cómo gestionarlo. Yo creo que muchas personas no denuncian porque da vergüenza ser víctima de este tipo de situaciones, porque te están diciendo que tu identidad, lo que tú eres, es motivo de burla. Te deshumanizan, no te miran, te genera mucha frustración, impotencia y mucha tristeza.

Un compañero de Luis Guadalupe contaba que, antes de los partidos y anticipándose a que sería objeto de insultos racistas, decidía entrenar cerca de la tribuna del equipo rival para que gritaran lo que quisieran y así cansarlos antes del partido. ¿Qué piensas de esta conducta?

El racismo hay que denunciarlo, pero a veces uno utiliza las herramientas que tiene a la mano, y es que es cuestión de sobrevivencia. La forma como respondió Lucho Guadalupe no hace que niegue que haya racismo o discriminación. El tema es qué herramientas tienen los futbolistas para defenderse.

Yo he visto periodistas deportivos diciendo que hay que tolerar esto. Quizás la forma de reaccionar de Lucho no era la adecuada, pero no era su responsabilidad, dejemos de culpar a la víctima. A quienes tenemos que señalar es a esos dirigentes que permitían que ocurra, a esos árbitros que tienen la capacidad de parar el partido y no lo hacen, a todo un estadio cómplice. Yo he estado cuando le gritaban a Lucho y era ensordecedor, y parecía que nadie lo escuchaba, que a nadie le molestaba…

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Invisibilizamos el racismo porque creemos que es el orden de las cosas…

Persisten esas conductas, pero, por lo menos ahora, se habla del tema, y sí, hay sanciones a los clubes, y estos hacen campañas, pero no las sostienen en el tiempo, por eso no erradicamos el racismo. Ocurre un hecho, el club saca su banderola, pero no hay un proceso de sensibilización, no se habla con los futbolistas sobre la ruta para denunciar, no se habla con las barras, los dirigentes no hacen un plan a largo plazo.

En 2008 formaste parte de la Mesa contra el racismo de la Coordinadora de Derechos Humanos, un avance para hacer frente a estos episodios racistas…

Allí impulsamos la primera campaña antirracista en el fútbol que fue “Sácale tarjeta roja al racismo”. Para mí era un pendiente, tenía que cambiar lo que había visto que vivían los futbolistas afrodescendientes cuando era periodista y que, finalmente, también me afectaba porque cuando se grita o se humilla, no solo se humilla a la persona de manera individual, sino al colectivo, y yo soy parte de ese colectivo.

Hablemos del acto racista contra Vinicius Junior. La policía española detuvo a tres de los que profirieron los insultos. Su ministerio de Igualdad está impulsando una ley que castigaría el racismo con multas de hasta medio millón de euros. ¿Es suficiente que se creen leyes o que se castigue el racismo para erradicarlo?

Si queremos realmente que el racismo no ocurra más, tenemos que cambiar mentalidades. Pero ojo, no estoy poniendo lo preventivo en desmedro de lo punitivo. Volvamos a América Latina, y veamos el caso de Colombia, que es el que más ha avanzado en términos de legislación para la visibilización del pueblo afrocolombiano, sin embargo, las prácticas racistas se siguen dando tanto que la vicepresidenta [Francia Márquez] es uno de los mayores focos de discriminación racista, porque se avanzan en normas, pero la mentalidad no cambia. Esto pasa porque hay quienes están interesados en que las cosas no cambien.

En España, muchos españoles se rasgaron las vestiduras cuando Vinicius dijo que es un país racista, lo mismo pasa acá cuando decimos que Perú es un país de violadores, dicen que no hay que generalizar…

Es que la frase evidencia que el sistema es racista. El racismo no es un problema individual y de sensibilidades extremas, es un problema estructural. Y cuando decimos que España es racista, o el Perú es racista, estamos diciendo que en ambos países aún no existe una respuesta frontal contra el racismo.

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Y en esto también tienen una cuota de responsabilidad la prensa y los programas de televisión…

Los medios no solo replican lo que ocurre en la realidad, también son productores y creadores de realidades. Si los medios plantean como su mensaje mayoritario que los afrodescendientes pueden ser ridiculizados y animalizados, están diciéndole al público que eso es correcto. Y es que tú no puedes indignarte por un caso de racismo que ocurre en España en tu noticiero y, al mismo tiempo, tener
un programa de entretenimiento reproduciendo este tipo de mensajes. Eso es violento.

Has dicho que se suele animalizar a los afrodescendientes…

A mí me han animalizado ene veces, y cuando ocurre, te están deshumanizando, te están quitando la posibilidad de ejercer derechos porque no te están viendo como un sujeto igual, te están colocando en una posición inferior con respecto a los otros.

Podemos señalar como un cambio positivo que Alicorp cambió el nombre de mazamorra Negrita porque perpetuaba un estereotipo de la mujer afroperuana…

Sí, me gustaría destacar esos cambios porque demuestra que no estamos en la ruta incorrecta. El hecho de que hoy hablemos del bullying racista es un cambio, eso ocurría en el colegio y era visto como “cosa de niños”. El perdón histórico hacia el pueblo afroperuano es un cambio. La creación de una dirección de políticas de población afroperuana del Ministerio de Cultura y el mes de la cultura afroperuana es valiosa. Hay acciones afirmativas importantes que se han dado a partir de las voces que, desde hace décadas, se están alzando para buscar mejorar condiciones de vida de las poblaciones afrodescendientes. Si soy activista, es porque creo que las cosas pueden cambiar.

Sobre las víctimas de la represión policial de comienzos del año, el politólogo Alberto Vergara se preguntó: “¿Qué hace que a las
élites no les parezca una barbarie lo que está sucediendo en el país?”. “El racismo”, respondió la exministra Mirtha Vásquez. ¿Estarías de acuerdo?

Sí. El racismo deshumaniza, y en la medida que tú no veas al otro como igual y como humano, su existencia no te parecerá relevante, y su ausencia no te incomodará, es racismo, claro que sí.

Periodista en el suplemento Domingo de La República. Licenciada en comunicación social por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y magíster por la Universidad de Valladolid, España. Ganadora del Premio Periodismo que llega sin violencia 2019 y el Premio Nacional de Periodismo Cardenal Juan Landázuri Ricketts 2017. Escribe crónicas, perfiles y reportajes sobre violencia de género, feminismo, salud mental y tribus urbanas.